Contemplar el Evangelio de hoy
Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.
Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.
Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».
«Esta
generación es una generación malvada; pide una señal»
Hoy,
la voz dulce —pero severa— de Cristo pone en guardia a los que están convencidos
de tener ya el “billete” para el Paraíso solamente porque dicen: «¡Jesús, qué
bello que eres!».
Cristo ha pagado el precio de nuestra salvación sin excluir a
nadie, pero hay que observar unas condiciones básicas.
Y, entre otras, está la
de no pretender que Cristo lo haga todo y nosotros nada.
Esto sería no solamente
necedad, sino malvada soberbia.
Por esto, el Señor hoy usa la palabra “malvada”:
«Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra
señal que la señal de Jonás» (Lc 11,29).
Le da el nombre de “malvada” porque
pone la condición de ver antes milagros espectaculares para dar después su
eventual y condescendiente adhesión.
Ni ante sus paisanos de Nazaret accedió, porque —¡exigentes!— pretendían que Jesús signara su misión de profeta y Mesías mediante maravillosos prodigios, que ellos querrían saborear como espectadores sentados desde la butaca de un cine.
Pero eso no puede ser: el Señor ofrece la salvación, pero sólo a aquel que se sujeta a Él mediante una obediencia que nace de la fe, que espera y calla.
Ni ante sus paisanos de Nazaret accedió, porque —¡exigentes!— pretendían que Jesús signara su misión de profeta y Mesías mediante maravillosos prodigios, que ellos querrían saborear como espectadores sentados desde la butaca de un cine.
Pero eso no puede ser: el Señor ofrece la salvación, pero sólo a aquel que se sujeta a Él mediante una obediencia que nace de la fe, que espera y calla.
Dios pretende esa fe
antecedente (que en nuestro interior Él mismo ha puesto como una semilla de
gracia).
Un testigo en contra de los creyentes que mantienen una caricatura de la fe será la reina del Mediodía, que se desplazó desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y resulta que «aquí hay algo más que Salomón» (Lc 11,31).
Un testigo en contra de los creyentes que mantienen una caricatura de la fe será la reina del Mediodía, que se desplazó desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y resulta que «aquí hay algo más que Salomón» (Lc 11,31).
Dice un proverbio que «no hay peor sordo
que quien no quiere oír». Cristo, condenado a muerte, resucitará a los tres
días: a quien le reconozca, le propone la salvación, mientras que para los otros
—regresando como Juez— no quedará ya nada qué hacer, sino oír la condenación por
obstinada incredulidad. Aceptémosle con fe y amor adelantados.
Le reconoceremos y nos reconocerá como suyos. Decía
Le reconoceremos y nos reconocerá como suyos. Decía
El Siervo de Dios Don Alberione: «Dios no
gasta la luz: enciende las lamparillas en la medida en que hagan falta, pero
siempre en tiempo oportuno».
Dios pretende esa fe antecedente (que en nuestro interior Él mismo ha puesto como una semilla de gracia).
ResponderBorrarDice un proverbio que «no hay peor sordo que quien no quiere oír». Cristo, condenado a muerte, resucitará a los tres días: a quien le reconozca, le propone la salvación, mientras que para los otros —regresando como Juez— no quedará ya nada qué hacer, sino oír la condenación por obstinada incredulidad. Aceptémosle con fe y amor adelantados.
ResponderBorrarLe reconoceremos y nos reconocerá como suyos. Decía
El Siervo de Dios Don Alberione: «Dios no gasta la luz: enciende las lamparillas en la medida en que hagan falta, pero siempre en tiempo oportuno».