lunes, 12 de octubre de 2015

En su deseo de realizar algo grande, no pase por alto las tareas más pequeñas que le esperan.

La Oración Secreta y el Estudio de la Biblia







La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16).


La iglesia de Dios está compuesta por vasos grandes y pequeños.

El no espera que los vasos más pequeños tengan la misma capacidad de los grandes.

Espera dividendos de acuerdo con lo que cada persona tiene, no de acuerdo con lo que no tiene.

Haga lo mejor que usted pueda, y Dios aceptará sus esfuerzos. Lleve a cabo el deber que le queda más cerca y cúmplalo con fidelidad, y su trabajo será totalmente aceptable al Maestro.

En su deseo de realizar algo grande, no pase por alto las tareas más pequeñas que le esperan.

Guárdese de no descuidar la oración secreta ni el estudio de la Palabra de Dios.

Estas son las armas que debe emplear en contra de aquel que lucha por impedir su progreso hacia el cielo.

El primer descuido de la oración y del estudio de la Biblia hace que el segundo sea más fácil.

La primera oposición a la súplica del Espíritu prepara el camino para la segunda oposición.

Esa es la forma como se endurece el corazón y se cauteriza la conciencia.

Por otra parte, cada victoria sobre la tentación facilita la victoria siguiente.

Cada acto de renunciamiento hace más fácil el siguiente acto de abnegación.

Cada triunfo ganado prepara el camino para una nueva victoria.

Cada victoria sobre la tentación, cada acto de abnegación, cada triunfo sobre el pecado, es una semilla sembrada para vida eterna.

Cada acción altruista le concede mayor fuerza a la espiritualidad.

Nadie se puede esforzar por ser semejante a Cristo sin transformarse en una persona más noble y verdadera.

El Señor reconocerá cada esfuerzo que usted haga por alcanzar el ideal que tiene para usted.

Cuando cometa fracasos, cuando sea traicionado a pecar, no sienta que no debe orar ni que es indigno de acudir a la presencia del Señor. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2,1).

El espera al pródigo con los brazos abiertos para darle la bienvenida. Acuda a él, y háblele acerca de sus faltas y fracasos. Pídale que lo fortalezca para realizar nuevos esfuerzos.

El nunca lo decepcionará, ni abusará de su confianza.
Usted tendrá que soportar pruebas.

Esa es la forma como el Señor pule las asperezas de su carácter. No se queje.

Al murmurar sólo consigue que las pruebas se hagan más difíciles. Honre a Dios por medio de una sumisión alegre. Soporte la presión con paciencia.

Aún cuando alguien le haga daño, mantenga el amor de Dios en el corazón.

“En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30,15).

Cristo conoce la fuerza de las tentaciones que tienen que soportar y la fortaleza de su poder para resistir.

Su mano está siempre extendida con ternura compasiva hacia cada hijo que sufre. A

l que se siente tentado y abatido le dice: Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes confiar en mí? “Como tus días, así será tu fortaleza”.

1 comentario:

  1. Cuando cometa fracasos, cuando sea traicionado a pecar, no sienta que no debe orar ni que es indigno de acudir a la presencia del Señor. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2,1).

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