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lunes, 5 de octubre de 2015

«¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»


EVANGELIO (MARCOS 10, 17-30)
 


El hombre rico
 

Erika: Jesús, te acuerdas que nos dijiste que de los que son como niños es el Reino de Dios.

 

Y por eso aunque crezcamos debemos seguir siendo obedientes a tus palabras, confiando plenamente en Ti, creyéndote y creyendo todo lo que Tú nos dices, poniendo nuestra felicidad y nuestra seguridad en Ti y no en las cosas.

 

Santiago: ¿Nos puedes dar un ejemplo de alguien que haya puesto su seguridad en las cosas, en lugar de ponerla en Ti?

 

Jesús: Claro que sí. Íbamos en camino cuando un hombre corrió a mi encuentro y, arrodillándose ante Mí, me preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?».

 

Yo le dije: «¿Por qué me llamas bueno?

 

Nadie es bueno sino sólo Dios.

 

Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre».

 

Él, entonces, me dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud».

 

Entonces, fijando en él mi mirada, le amé y le dije: «Una cosa te falta: anda, vende todo cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme».

 

Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

 

Enrique: No lo puedo creer.

 

Yo creí que este hombre era muy bueno, pues cumplía los mandamientos y sin embargo, en lugar de seguirte, prefirió poner su seguridad y su confianza en todas sus cosas.

 

Prefirió sus cosas al tesoro del cielo.

 

Jesús: Por eso dije a mis discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»

 

Los discípulos quedaron sorprendidos al oír estas palabras.

 

Mas tomando de nuevo la palabra, les dije: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!

 

Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios».

 

Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?»

 

Mirándolos fijamente, dije: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios».

 

Santiago: Es verdad, para Dios todo es posible.

Erika: Por eso vamos a pedirle a Dios que nos permita seguirte a Ti y no a las riquezas ni a los cosas.

 

Enrique: Y ¿cuál es el tesoro del cielo que Tú nos prometes?

 

Jesús: Pedro me preguntó lo mismo.

 

Él me dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

 

Yo les dije: «Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por Mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, la vida eterna».

 

Santiago: Yo a veces creo que nos das más que 100 veces lo que nosotros te damos.

 

Y aunque nos persigan por ser diferentes, tener la vida eterna es un tesoro gigantesco.

1 comentario:

  1. Yo les dije: «Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por Mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, la vida eterna».

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