Contemplar el Evangelio de hoy
Día
litúrgico: Martes XXVII del tiempo ordinario
Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».
Hoy,
como cada día, puedes aprender del Evangelio. Jesús, invitado en el hogar de
Betania, nos da una lección de humanidad: Él, que quería a la gente, se deja
querer, porque las dos cosas son importantes. Rechazar las muestras de afecto,
de Dios y de los demás, sería un grave error, de consecuencias nefastas para la
santidad.
¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes tanto se querían, y querían tanto a Dios?
¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes tanto se querían, y querían tanto a Dios?
Jesús amaba a Marta y María, y a su hermano
Lázaro, y nos ama a cada uno de nosotros.
En el camino de la santidad no hay dos almas iguales.
En el camino de la santidad no hay dos almas iguales.
Todos procuramos amar a Dios, pero con estilo y
personalidad propios, sin imitar a nadie.
Nuestro modelo está en Cristo y la
Virgen. ¿Te molesta la manera de tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su
piedad personal.
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40).
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40).
Servir a los demás, por amor a
Dios, es un honor, no una carga. ¿Servimos con alegría, como la Virgen a su
prima santa Isabel o en las bodas de Caná, o como Jesús, en el lavatorio de los
pies en la Última Cena?
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42).
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42).
No
perdamos la paz, ni el buen humor.
Y para eso, cuidemos la presencia de Dios.
«Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más
comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en
nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca» (San
Josemaría).
«María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada» (Lc 10,42). Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a experimentar la alegría de la entrega.
«María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada» (Lc 10,42). Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a experimentar la alegría de la entrega.
«Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca» (San Josemaría).
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